El
género al cual pertenece esta obra, es la tragedia, o tragedia de
venganza. En ella se dan, pues, todos los elementos típicos de la
misma desde su origen, esto es, el tono oscuro, la ironía, la
melancolía, la desesperación, la violencia, el misterio de la muerte, el suicidio, los símbolos (el fantasma, la calavera) etc. Es decir, como su propia definición nos indica: “una obra dramática de estilo elevado que representa una acción seria y grave entre los personajes importantes y donde, por regla general, el protagonista está movido por una pasión o por la fatalidad que irremediablemente le llevará a la catástrofe…” eso sería “grosso modo” la obra que nos ocupa, “Hamlet”.
melancolía, la desesperación, la violencia, el misterio de la muerte, el suicidio, los símbolos (el fantasma, la calavera) etc. Es decir, como su propia definición nos indica: “una obra dramática de estilo elevado que representa una acción seria y grave entre los personajes importantes y donde, por regla general, el protagonista está movido por una pasión o por la fatalidad que irremediablemente le llevará a la catástrofe…” eso sería “grosso modo” la obra que nos ocupa, “Hamlet”.
Buena
parte del argumento de “Hamlet” es heredado. Sin embargo las
influencias no deben hacernos olvidar que también es el ejemplo más
directo de piezas teatrales contemporáneas a Shakespeare, donde
el argumento tradicional se había encarnado ya en una fórmula
escénica, que gustaba y era aplaudida por el público. El tema de la
venganza ya era muy solicitado y popular. Este modelo entraña un
desarrollo gradual, un ritmo de esclarecimiento y de castigo. Empieza
por el crimen, generalmente un asesinato por diversos móviles (en el
caso de Hamlet, el de su propio padre a manos de Claudio, hermano del
mismo). Continúa con el “deber de venganza” recaído sobre el
pariente próximo, que halla multitud de obstáculos para identificar
al culpable, hasta que, en el último acto el criminal recibe un
espectacular merecido. Todo ello, aderezado por tormentos físicos y
mentales para llevar al culpable al infierno, en una condenación
espiritual y eterna. En el caso de “Hamlet”, éste no mata a su
tío al verlo rezando, quizá arrepentido de su crimen, pues si lo
mata en ese instante, éste no alcanzaría el infierno sino el cielo
y eso no es precisamente lo que se pretende.
Con
esta obra “la venganza” gana en riqueza, ingenio y profundidad si
tenemos en cuenta que:
-No
hay un vengador, sino dos, Hamlet y Laertes. Así la brutalidad se
reparte entre dos jóvenes que persiguen lo mismo, el asesinato.
-El
vengador principal (que es también el príncipe heredero), es un
joven intelectual, cultivado, de nivel universitario. Y el segundo,
Laertes, hijo del Lord Chambelán, de espada rápida y que tiene una motivos (la muerte de su padre Polonio y de su hermana Ofelia), sin averiguar circunstancias, para
vengarse del príncipe Hamlet y así cuando se bate con él, en el
lance final, se comporta perversamente y en un descanso lo hiere con
un arma envenenada.
-Shakespeare
entremezcla los hechos perversos con los comentarios que de ellos
hace Hamlet, quien además de inteligencia revela una profunda
sensibilidad poética. Siendo en su mayoría monólogos, dichos
comentarios sustituyen al antiguo coro griego que subrayaba las
escenas pasadas o presagiaba las futuras. Debido al riquísimo
lenguaje de los comentarios, la obra adquiere una grandeza que
engloba, además de los hechos trágicos, vistos en escena, una
meditación constante sobre la naturaleza humana, analizada por el
gran juez de la época. La fingida locura del protagonista es otra
ocasión para que ese mismo juez amargado fustigue a los hombres y a
su medio.
-El
Hamlet vengador no podía quedar vivo, pues el mal que había
envuelto a sus padres debía aplastarle igualmente a él, como a
Claudio y a Laertes, que osó desafiar al príncipe heredero.
-Las
apariciones del fantasma ya no son burdas, como en épocas previas,
sino que tienen una función específica; son espectaculares,
graduales y oportunas, como para subrayar el misterio de nuestra
relación con los muertos, relación honda, por otra parte en la
época de William Shakespeare.
-La
cantidad de número de muertos ya no se concentra en el último acto,
sino que en el transcurso de la obra, van cayendo, primero Polonio,
luego Ofelia y ya al final la muerte accidental de Gertrudis (la
reina, madre de Hamlet), deja en el escenario a éste y a Laertes
que, morirán, si bien antes el protagonista principal matará a su
vez a Claudio. De este modo la sucesión de muertos se “civiliza”
un poco, se aísla por grupos incluso se da cabida a los accidentes
fortuítos y a los que parecen provenir de una voluntad moralista y
divina como los casos de Polonio, Laertes y Gertrudis.
Mención
especial merece Ofelia, la única inocente de ese mundo corrupto y
cruel, …“esa rosa de mayo, preciada niña, dulce Ofelia”…,
que se ahogó “…” mientras cantaba estrofas de antiguas
baladas…, y que también muere, pues aquí, en la tragedia no hay
cabida para el amor, aunque por un instante éste se haya podido
vislumbrar.
En
la tragedia griega, el elemento principal interno era la trama. Aquí
ha quedado como un fondo gris, como si el viejo tema de la venganza
se confundiera con algo más grande, con la fatalidad que envuelve al
héroe. Quizás toda esa indecisión que alberga Hamlet y que le
demora en su decisión sea para que lo veamos mejor, oigamos sus
juicios poéticos y sintamos las debilidades de los hombres buenos
que huyen del mal y la perversión pero que son arrastrados por la
corriente de la tragedia, como también lo fue la pobre Ofelia.
Pero,
en la obra, no sólo brillan el retrato nítido de Hamlet y el
neblinoso y fugaz de Ofelia . Existen otros personajes sólidos cuya
evolución psicológica es gradual e independiente y con un
final,como ya comentaba anteriormente, como corresponde al género,
trágico y dramático. Analicemos estos personajes, dentro del drama:
Claudio,
el regicida, el hermano infiel carcomido por la hipocresía, la
lujuria, y la ambición de poder, quien sólo finge arrepentimiento,
pero sigue urdiendo fechorías. Personalmente lo considero un
auténtico cobarde. Gertrudis la reina casquivana y tornadiza,
cambiante y caprichosa. Polonio, el cortesano miserable, Horacio el
sabio y oportuno amigo, el mejor amigo de Hamlet, la calma en medio
de la tempestad; Laertes el cortesano zigzagueante, honorable a ratos
y traicionero después. Y por último, también dos personajes más,
Rosencratz y Guildenstern, aduladores del rey y listos para cumplir
su voluntad, aún siendo un crimen, falsos e infieles como nadie.
Todos ellos cada uno con su temperamento y en su posición social
están en la obra, en esta gran tragedia como es “Hamlet”
perfectamente perfilados.
BIBLIOGRAFÍA
Carlos
Eduardo Zabaleta, “Retrats simbólicos de Hamlet y Otelo”, Alma
Mater,nº16,1999
Texto
de Marian Juliá Benique
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